SLOW FOOD - 0987063427

Nuestra filosofía

Slow Food se encuentra en la encrucijada de la ecología y la gastronomía, la ética y el placer. Se opone a la estandarización del gusto y la cultura, y el poder ilimitado de las multinacionales de la industria alimentaria y la agricultura industrial. Creemos que todo el mundo tiene el derecho fundamental al placer de la buena comida y por lo tanto la responsabilidad de proteger el patrimonio de los alimentos, la tradición y la cultura que hacen de este placer posible. Nuestra asociación cree en el concepto de neo-gastronomía - el reconocimiento de las fuertes conexiones entre la placa, el planeta, la gente y la cultura.
Nuestra Visión
Imaginamos un mundo en el que todas las personas pueden acceder y disfrutar de la comida que es bueno para ellos, bueno para los que lo cultivan y bueno para el planeta.
Nuestra Misión Slow Food es una organización internacional de base miembros la promoción de la buena comida, limpio y justo para todos.
Bueno, Limpio y Justo Enfoque de Slow Food para la producción de alimentos agrícolas, y la gastronomía se basa en un concepto de calidad de los alimentos se define por tres principios interrelacionados:
BUEN una dieta sabrosa y fresca de temporada que satisface los sentidos y es parte de nuestra cultura local;
Producción limpia y consumo de alimentos que no dañan el medio ambiente, bienestar animal o la salud;
FERIA precios accesibles para los consumidores y las condiciones justas y pagar a los productores a pequeña escala.

INFO y
asesorias, consultas culinarias,
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Entradas populares

PERDON POR NO HABER ESTADO EN LINEA, PERO YA ESTOY DE VUELTA!!!!!!

      



   Iñaki Aizpitarte y Nanda Fernández en Mesamérica 2013


¿Sus referencias en cocina? Un chef súper técnico, español, Andoni Luis Adúriz ("la mejor cena de mi vida") y, todo lo contrario, una cocinera parisiense/argentina, intuitiva: Raquel Carena, de Le Baratin, ("el mejor restaurante de París).
Iñaki Aizpitarte, vasco parisiense de 35 años, un hijo (Diego) de 2, sorprendió en 2003 desde los fogones de un restaurante-happening, La Famille, en Montmartre. Dos años después, con el chef Laurent Chareau, creó Transversal, primer restaurante artístico en un museo, el MAC/VAL, a su vez primer museo de arte contemporáneo instalado en las afueras de la capital. 
Otro socio, el ex arquitecto Frédéric Peneau, y la consolidación, a partir del 19 de abril 2006: Aizpitarte guisa en el Chateaubriand, bistrot destartalado en barrio bo bo (burgués-bohemio) y poco a poco beneficia de la mejor guía gastronómica, el boca a oreja. Los chefs curiosos (Ducasse, Hermé, Herraíz...), los people, las tribus que otorgan celebridad en París, elogian su piperade con frutos rojos; el tartare de ternera con gelatina de ostras;  el bivalvo también en sopa con frambuesa y  grosella más emulsión de remolacha, limón, cebolla roja y rábano negro; la bacaladilla vapor con aceite de hierbas y camarones y jugo especiado y caramelizado con ecos magrebíes;  Marruecos nuevamente en el cordero con emulsión de té verde y flores de cilantro; relaciones mexicovascas entre chocolate y pimiento de Espelette para el postre...
No hay quinto malo: benjamín de cinco hermanos, único nacido en Besançon, en el Franco-Condado, de madre vasca, profesora de castellano, y padre ingeniero,  fallecido cuando Iñaki cuenta 13 años, es en Hendaya donde por fin, adolescente, le pone paisaje a su apellido. Y plato. "En mi casa siempre se cocinó". Breve paso por los Compagnons du Devoir y el artesanado en piedra, por el paisajismo y por la Facultad de Enología de Burdeos, cuyas aulas no le vieron más de cinco clases. Su destino se redactará en hebreo: en 1999 es lavaplatos en el restaurante La Rozata, de Tel Aviv. El patrón serbio le enseña las bases. Y como "yo echaba una mano en cocina cuando les veía en la puré" termina por aprender los platos de la casa, "estilo ravioles rellenos de patata dulce con salsa de leche de almendras". 
El Iñaki del Chateaubriand es ya un cocinero que,  por elección, resuelve los mediodías con un menú a 14 € "y por la noche hago mi cocina". Tampoco es que la cuenta se dispare: menos de 40€ por la creación nocturna. Botellas bien escogidas, además. Y a buen precio (20/40€). Iñaki con otros tres resuelve la cocina. Y son tres más en sala. Todos chicos. "Las chavalas, en cocina o en sala, crean problemas". La carta cambia cada dos semanas. 
¿La fama? "Excesiva, por supuesto. Pero estimula y mete presión. Claro que a la hora de cocinar haces lo que sientes y puedes. Me interesa que al segundo bocado,  el paladar más aburrido dé un respingo. Pero no trabajo para la crítica". Al crítico, sin embargo, su cocina le trabaja. 
En Francia hay tres clases de cocineros. Dos empiezan igual  -tres años del CAP, capacitación profesional; concursos- y luego bifurcan. Unos a los grandes hoteles y palaces, con un abanico técnico y de repertorio infinito. Y los otros al restaurante gastronómico, de repertorio más limitado pero con igual espíritu militar -la rigidez de la brigada- y precisión maníaca. 
El tercer tipo -capaz de concebir una cocina de tercer tipo- es inclasificable, vasto, diverso. Son los autodidactas: ni han sufrido mise en place pedagógica ni aceptan la idea de que la cocina sea una extensión de la guerra por otros medios.
Pueden llegar a las tres estrellas, como Trama y Rœllinger, o preferir el estrellato sin estrellas Michelin, como Iñaki.